El pasado 3 de agosto, a la edad de 89 años, falleció el reconocido escritor ruso y Premio Nobel Alexander Solzhenitsyn, uno de los más importantes detractores del totalitarismo soviético y crítico acérrimo del capitalismo. Solzhenitsyn usó su pluma para mostrar al mundo (e incluso a los mismos rusos) la cruda realidad de los campos de concentración soviéticos durante el "mandato" de Stalin, describiendo cómo el "triturador de carne humana" comenzaba con arrestos arbitrarios, y juicios y sentencias infundamentadas, para terminar en trabajos forzados, hambre, frio, dolor, enfermedad y muerte.
Siendo capitán de artilleria del ejercito ruso durante la 2a Guerra Mundial, le fueron incautadas cartas en las cuales aparecían afirmaciones "irrespetuosas" sobre el dictador Stalin, lo que motivó su arresto y exilio a Kazajstan, territorio donde comenzó a escribir sobre la realidad que le tocó vivir en los campos de concentración rusos o "gulags".
Sus obras, ("Un día en la vida de Iván Denisovich", "Archipiélago Gulag", entre otras), dieron a conocer las atrocidades del sistema sovietico, dándole a Solzhenitsyn el título de "opinión y conciencia de Rusia", (el equivalente, quizas, a lo que Gunter Grass representa para Alemania), de esta forma, ayudó incluso a eliminar la inclinación que muchos intelectuales de izquierda aún tenían por la otrora Unión Soviética, como era de esperarse, su obra fue censurada y fue expulsado de la Unión de Escritores Soviéticos.
Pero la crítica y el compromiso ético de Solzhenitsyn no terminaron ahí, pese a que occidente le ofreció honores y refugio, (la KGB siempre estaba hostigándolo), él arremetió contra la cultura occidental calificándola de "debil y decadente"; con una ferrea convicción de nacionalismo ruso proclamó su desdén por el sistema capitalista, así como por los magnates que adquirieron industrias y recursos rusos a precios ínfimos, también declaró a Rusia, la Madre Patria, como el "último bastión del critistianismo ortodoxo" y planteó que su país no requiere de un régimen comunista ni de una democracia occidental, sino un sistema acorde a su historia y tradiciones. El escritor Mario Vargas Llosa, en un reciente homenaje postumo lo calificó de "intelectual y profeta moderno, acaso el escritor que más tumultos y controversias haya provocado en tod el siglo XX".
Ejemplo de lucha, fuerza y espíritu inquebrantable, Solzhenitsyn fue un eterno inconforme. De sus 89 años pasó 20 en el exilio; ahora, y esta vez para siempre, sus restos yacerán en el lugar que más amó: su patria Rusia.
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