El pasado 16 de agosto recordamos un año más del fallecimiento de Jaime Saenz. Ya son 22 años de la partida del escritor boliviano más importante de la segunda mitad del siglo XX y las palabras faltan, ¿o sobran?
¿Qué más se puede escribir o decir de Saenz? ¿Es realmente oleado y sacramentado el hablar del mítico escritor paceño? Borges decía que “un clásico es un autor del que todos hablan pero al que nadie lee”, ¿está el Sr. Saenz dentro de esta clasificación de clásicos? Me detengo un instante a recordar las numerosas reseñas, críticas, artículos, estudios, contratapas o solapas en las que se explaya la obra, vida, influencia, intimidades, detalles, costumbres, etc, etc, del autor paceño, asimismo, algunos de los autores de estos escritos vienen a mi mente: Leonardo García Pabón, Rubén Vargas, Blanca Wiethuchter, Luis H. Antezana…
A ciencia cierta, ¿se sabe mucho o poco del autor de Felipe Delgado, (novela hito de la literatura boliviana)? ¿Quiénes saben más o pueden ofrecernos una aproximación más real a la obra y vida de Saenz? ¿Los que lo conocieron y compartieron momentos con él o los que leyeron de pe a pa toda su obra miles de veces? ¿Arturo Orías tal vez? ¿Es todo esto realmente importante?
Quizás uno de los puntos de confluencia de los “hablantes” de Saenz es la temática –inconfundible y por demás explícita– de su obra, vale decir la muerte y el alcohol. Claro, no como simples conceptos de diccionario, sino como acercamientos al verdadero conocimiento de la vida y el mundo. La mezcla de estos elementos (por demás románticos) impregnan la obra y vida de Saenz, convirtiéndolo en ícono, héroe (¿antihéroe?) y estandarte. Marginación, noche, magia, poesía, son algunos de los sustantivos que continuamente saltan a mi cabeza y luchan por ser escritos y ser relacionados con el tema, no los evito, ahí están.
El ambiente romántico en el que se desarrolla la vida y muerte de Saenz nunca deja de sorprenderme, la gran cantidad de hechos, teorías y mitologías tejidas alrededor de su imagen: el Averno perdido, el hobby de relojero, la Casa del Poeta en la C. Sanjinés, la tía Esther, los cigarrillos partidos por la mitad, la “dormida” que es pero que no es, su hija, la farmacia “La Merced” en Sopocachi (esa no se la sabían), la morgue y otras tantas imágenes que acompañan los collages de Saenz. Y digo “collages” porque cada lector, cada amigo de andadas, cada estudioso, cada sujeto de a pie que jura haber compartido unos tragos con Saenz, tiene su propio collage, cada una de esas personas se ha apropiado y moldeado (en el buen sentido) la vida del autor paceño, formando una imagen que engloba una gran serie de mitos y realidades, colocando a Saenz en un pedestal que no está por encima de nuestras cabezas, sino a nuestro lado; Saenz se ha dejado acercar y aunque su no presencia pareciera que lo aleja, en realidad no hace más que arrimarlo.
Una vez llevé a alguien a que conozca la tumba de Saenz, después de los rituales de rigor me dijo que la tumba era, al mismo tiempo, lo que uno espera y no espera que fuese. Y ciertamente, al tratarse de uno de los escritores bolivianos más notables se puede esperar un mausoleo digno de un cementerio como el Pere Lachaise, Highgate o el Cimitero Protestante, o quizás también se podría esperar un sitio encantado, con inscripciones en las paredes, velas, fotos, fetiches… pero no es así. Una pequeña lápida de 40x30 centímetros casi a ras del piso, apenas visible detrás de eventuales floreros hechos de botellas plásticas y cargados de claveles, encerrada entre un angulo recto de la pared y un árbol, es la primera impresión que el visitante obtiene. No hay mármol o letras doradas, estatuas ni ninguna clase de ornamento. Una tumba que es pura sencillez y cumple su objetivo sin aspiraciones mayores que esa.
Es así como Saenz recibe a los visitantes, su tumba es como cualquier otra, se presta a recibir a cualquiera que así lo desee, invitando a que el forastero se quede con el recuerdo que mejor le parezca, tal vez es eso lo que deberíamos rescatar siempre de su obra literaria. Sea cual sea la forma en que vivió y sean cuales sean las costumbres que haya tenido (extravagantes, mundanas, extremas o burdas), su producción literaria puede acercar a cualquiera que no esté familiarizado, a un mundo marginal, escondido ante sus ojos, misterioso y pintarlo de tal forma, que se convierte en un lugar agradable y acogedor, donde la oscuridad o la muerte, son fuente de luz y de vida.
¿Qué es un coño formidable?
Para algunos resulta bastante difícil definir lo que es un coño formidable, para otros no pasa de ser una frase con explícitas connotaciones sexuales, para ciertas personas se trata de una inocente frase exclamatoria.
Para mi la cuestión es bastante sencilla, este blog es un coño formidable porque habla de coños formidables y de cosas que no son coños formidables en lo absoluto.
Hazla... opina, da palo, haz mierda, felicita, lo que sea, pero hazla.
19 de agosto de 2008
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