¿Qué es un coño formidable?
Para algunos resulta bastante difícil definir lo que es un coño formidable, para otros no pasa de ser una frase con explícitas connotaciones sexuales, para ciertas personas se trata de una inocente frase exclamatoria.
Para mi la cuestión es bastante sencilla, este blog es un coño formidable porque habla de coños formidables y de cosas que no son coños formidables en lo absoluto.
Hazla... opina, da palo, haz mierda, felicita, lo que sea, pero hazla.
19 de marzo de 2009
¡ESTOS VISITANTES DE CEMENTERIOS!
Costumbre vieja es ir a dejar recuerditos de toda clase a los cementerios: juguetes, comida, libros, joyas, peluches, etc. Esta es una breve síntesis de una costumbre instaurada 60 años atras, por un sujeto que no deja en paz al ya sufrido y mentado Edgar Allan Poe. Cada cual con sus cosas...
A primeras horas de la mañana del 19 de enero de 1949, en la ciudad de Baltimore, Maryland, una persona (presumiblemente de sexo masculino) vestido completamente de negro y equipado con un bastón, tres rosas y media botella de coñac, entró al cementerio de Westminster Hall.
Este sujeto se dirigió rápidamente al mausoleo en el que yace Edgar Allan Poe, donde realizó un rápido brindis y dejó las rosas y la botella de coñac Martell (con la mitad de su contenido) sobre la tumba. Una vez rendido su tributo, el misterioso personaje desapareció de la misma rápida forma en que llegó. Desde entonces y hasta el día de hoy, este rito se viene celebrando anualmente sin que hasta la fecha se conozca la identidad del protagonista de este peculiar brindis.
El presente año se celebraron 60 apariciones de este personaje (coincidentes con el 200 aniversario del nacimiento de Poe). En la actualidad, esta costumbre cuenta con el visto bueno de la Sociedad Edgar Allan Poe de Baltimore y del Museo y Casa Poe (quienes conservan fielmente las botellas dejadas); además de reunir a curiosos espectadores, quienes se congregan cada 19 de enero desde temprano a la espera del misterioso hombre del brindis.
Obviamente no faltaron los curiosos que intentaron develar a la fuerza la identidad del visitador durante su brindis, o los que proclamaron ser él; de la misma manera, se cree que algunas de las botellas dejadas pueden pertenecer a imitadores, también se supuso que en realidad el visitador no existe y que todo se trata de un vulgar truco publicitario. Pese a todos estos hechos, se desconoce con certeza al protagonista de este ritual, quizás, el único indicio de la identidad del “brindador” son las pocas notas que dejó en el lugar. Algunas de ellas con alusiones directas a Poe: “Edgar, I haven’t forgotten you”, otras referidas a fútbol americano (probablemente falsas) y también hay las intrigantes: “The torch will be passed”, nota recibida en 1993, dando lugar a la teoría de que el personaje original estaba demasiado viejo y en poco tiempo iba a relevar su tarea a su hijo o a alguien en capacidad de continuar con el brindis.
De una u otra forma, de manera continua, el desconocido tributario se acerca al cementerio cada 19 de enero a cumplir con la tradición, siempre vestido con algún abrigo, sombrero y capucha o bufanda negra para ocultar su identidad. Llamémoslo trivialidad, excentricidad, ocio o anormalidad, quien quiera que protagoniza este evento homenajea a su manera a un escritor extraordinario, y por lo tanto debemos alegrarnos por su peculiar manera de celebrar la memoria de Poe, hay que reconocer que se ganó buena fama con esta excepcional práctica; ahora bien, en caso de que todo sea una farsa y el curador del museo o el cuidador del cementerio sea el que en realidad deja el coñac y las rosas, esperemos que sufra de un accidente terrible que acabe de una buen vez con su infeliz existencia o sea víctima de una enfermedad terrible, farsas de esa índole deben ser pagadas con sangre. He dicho. Amen.
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